Agotar los recursos

Enero es el momento cuando, al menos en el hemisferio sur, se hace una pausa de alguna manera luego de las fiestas, y se garabatean mentalmente los objetivos del año. También es el mío y este año me propongo brindar herramientas para entrenar la creatividad.
Una mente inspirada encuentra soluciones y se divierte en el proceso, especialmente aplicado a sus trabajos. Bibliotecas divertidas son posibles y acá va mi aporte.
A la hora de crear proyectos, actividades o servicios, sale al cruce la famosa frase que todo lo detiene: “no hay recursos”.
Por supuesto esto se refiere generalmente al presupuesto y a los recursos financieros. Quiero detenerme en otro tipo de recursos: los materiales. Para reconocerlos en mi ámbito de trabajo primero debo hacerlo en mi propia vida. Aquí el juego que les propongo: deben utilizar todos los recursos materiales que hay en su casa.
Esto significa que tomen su cajón de las remeras y usen todas, una por día. TODAS. Lo mismo vale para la alacena: ¿Qué tengo acá? Avena. Sector baño, cremas, perfumes, muestras de productos. USEN TODO. Cajones con aros y chucherías, todos los días uno distinto.
Lo que va a suceder si se lo toman en serio, es que van a aparecer ideas y acciones que no tenían previstas y que los sacarán de los lugares comunes, abriendo una puerta a lo nuevo. La creatividad es eso.
Reitero: USAR TODO ¿Qué puedo hacer con avena? Salen a la tarde mates con galletitas, busco la receta, llamo a la tía que seguro sabe. Paso por la cocina, hay una juguera que no uso nunca. Visito la verdulería y me traigo unos pomelos.
En mi propia experiencia (todo lo pruebo) me encontré con que tenía unas remeras que no combinaban con nada así que salí a buscar un short. En el camino me topé con una vidriera que tenía ojotas a un precio mínimo que se vinieron conmigo y no estaban en mi lista. Probé tés que ni sabía que estaban ahí y me gustaron mucho, encontré cosas perdidas, me hice máscaras faciales, usé perfumes que me puse un día y descarté al otro porque eran horribles. Me pinté las uñas de verde fluo, sólo porque lo tenía y en 24 horas pasó directamente a la “caja de los chiches” para que jueguen mis sobrinas.
En síntesis, una vez que reconocemos nuestros recursos a la mano, los usamos y nos incomodamos, las ideas salen solas. Lo mismo pasa en nuestras bibliotecas.
Ponganlo a prueba y después me cuentan.