Lectura en pañales

La biblioteca BS de Oaxaca, México, es especial desde su propio nombre. Nació en 2007 y le encomendaron al arquitecto crear un espacio que invitara a los visitantes, que fuera placentero e incitara a explorar. La B corresponde a Biblioteca y la S a la forma que adoptó el edificio a partir del terreno, para no tener que cortar ningún árbol del jardín.
La estructura tiene dos edificios y en el infantil hay cuatro salas de lectura que van desde 0 a 8 años. Una de las más concurridas es la bebeteca. A su cargo está Xochil, una morena “chaparrita” de ojos negros que habla muy rápido. “Esta es una sala de lectura que se adecuó para brindar comodidad para los más pequeños. El espacio es distinto porque generalmente se lo dispone desde la perspectiva del adulto. Acá se han ido eliminando las barreras entre libros y niños, se desplazan libremente.
En este sentido, a los adultos les causa un poco de conflicto sacarse los zapatos, por ejemplo, “pero poco a poco ha servido para sensibilizar: quitarse el calzado los obliga a ir al piso, ponerse al nivel de las niñas y niños. Siempre les hablan desde una postura hegemónica, de pie, de arriba hacia abajo. Aquí se tienen que poner de rodillas para ayudarlos a calzarse las zapatillas, la forma en que se comunican con ellos es distinta”.
El acervo está especialmente pensado con texturas, libros plásticos, de tela “son para saborear, deliciosamente babeados por los bebés”, se ríe mientras los agita en alto uno por uno y los presenta “acá tenemos al señor cuadrado, a la señorita círculo. No solo es un objeto con forma, sino que tiene historias aunque no tenga texto, se narran a partir de las imágenes”.
La bebeteca apunta a fortalecer el vínculo afectivo entre adultos y niños a partir de la lectura, por eso las actividades son en familia. Con los maternales de 0 a 2 años la lectura es un puente, “generalmente el lenguaje es meramente instructivo: levántate, apúrate, siéntate. No es malo, en la vida cotidiana hay que usarlo, pero los libros nos permiten usar el lenguaje de manera distinta”.
A su vez, cuando adultos y niños comparten tiempo de historias no sólo se limitan a los libros. “Cuando mamá, papá, la abuelita, se predisponen y les cuentan cosas, recuerdan lo que les pasó, lo que les contaron. Recordar significa volver a pasar por el corazón. Eso que viví, que me gustó (y por eso lo pase por mi corazón) elijo compartirlo contigo, que eres una persona especial”.